relatos de un Joven (in)decente

Bueno el contendio de esto son mis desvarios, tropezones, alucinacion y (pocaS) cosas cuerdas que digo, esrcibo o pienso.

viernes, setiembre 16, 2011

Poetas hambrientos llenen sus estomagos de poesia, digieran las imagenes del mundo y vomiten los versos. Levanten los puños, codo a codo con el oprimido. Encausen la ira del pobre y construyan campos llenos de esperanza, calles que alberguen al hombre nuevo, que tendra que resucitar de los mauselos donde lo enterro el capitalismo atiborrado de billetes, televisión y consumismo.


miércoles, agosto 31, 2011

AnEsTeSiA


Estoy sentado en una gran sala blanca llena de luz.  Me hace recordar esas imágenes que nos muestran en el colegio sobre como sería el cielo si es que nos portamos bien y llegáramos a dar con nuestras almas ahí. Creo que solo me quedaré con esas imágenes en la cabeza, porque como va mi vida, aún no he acumulado muchos puntos para canjear mi entrada a ese lugar.

Es lunes, el peor día de la semana. Aunque he dejado de trabajar en la estrecha oficinita de ese laboratorio, en el que diseñaba cajitas para medicina, sigue siendo el peor día de la semana; ya que todos te dan cita los lunes para conversar de cosas importantes, todos adoptan poses interesantes y miradas serias los lunes; como si fuera el único día en que debemos tomarnos en serio nuestras vidas. Creo que te citen los lunes es una forma de venganza; ya que me tocó salir de mi cama caliente y cómoda, se acabo el fin semana: jodete tu también, te cito un lunes. Y aquí estoy el peor día de la semana, en una silla totalmente incomoda, en la que no entra todo mi trasero y una parte de mi nalga izquierda queda en el aire. Aquí estoy con este dolor de muela que me esta desgraciando la vida, desde que me tome aquel ron con Coca Cola. La coca cola es muy dulce , me decía siempre Nancy,  cuando tenia dolor de muela y me la quitaba de la mano. Pero ella ya no está y la Coca Cola la puedes tener en tu mesa por unas cuantas monedas.

He tomado una de esas revistas que colocan en las mesitas de la sala de espera como para uno se entretenga y no piense en el dolor físico que le aqueja; ni en el dolor monetario que se llevará después en el bolsillo, al pasar por caja. Casi siempre estas revistas son pasadas, con muchos años de diferencia de los que vivimos en el presente. Cogí una y la abrí por la ultima pagina. Era el horóscopo, miro la fecha y tiene dos años de atraso, igual lo leo con la misma atención como si me revelara enigmas nunca antes dichos: tendrás suerte en el amor, tu relación está cada vez más sólida, vienen compromisos mayores. Ojalá me hubieran dicho eso hace dos años, cuando Nancy aún tenía su ropa en closet y un lado de la cama estaba separado para ella. Le hubiera pedido que se quedé. Que ya no me escaparía con los muchachos al bar y llegaría al día siguiente y me metería en la cama, fingiendo haber llegado más temprano. Y te levantes cansada a prepararte para la oficina, porque la noche estuviste esperando angustiada pensando que algo malo podría haberme pasado. Hubiera dejado de hacer chistes tontos y robarte una sonrisa, pensando que así las cosas se arreglaban, y te hubiera perdido perdón; un real perdón por todo el daño hecho, si con eso no te ibas.

Paso a la siguiente página y hay un anuncio de unos jeans. La modelo es bastante delgada y los jeans le quedan ajustados. Con los brazos levantados forma un triángulo perfecto con su espalda. Aunque su cara mira de costado y puedo apreciar parcialmente sus gestos, se que eres tú. Reconocería, aunque estuviera ciego, esa espalda huesuda, con los homoplatos sobresalientes, que tanto me gustaban. Sobre los cuales deposité mis labios tantas veces recorriendo cada centímetro, revestido con esa piel canela, suave y brillante a la luz de la mañana.

Se te nota muy segura, paso la pagina y hay más fotos tuyas; una nueva modelo que han descubierto dice el encabezado. Dicen que eres una modelo latina que vive en New York y lo tengo claro, porque fue ahí donde dijiste que ibas esa tarde en te paraste en la puerta del pequeño estudio que teníamos en el departamento, todo atiborrado de libros que ya habíamos devorados juntos en las noche en que preferíamos un vino en la sala, iluminada con velas y la poesía ocupando el espacio que le pertenecía al aire. Te ibas a New York, cansada de mi falta de compromiso ante nuestra relación, de darle más tiempo a mis intentos de escritor que apoyarte en tus sueños. Y se te veía tan hermosa con unos jeans viejos y el cabello suelto, que el viento helado del otoño movía como si tuviera dedos. Me dieron ganas de correr, abrazarte y que no te vayas nunca, pero solo le di una pitada más a mi cigarrillo y te dije : "querida, pero si la poesía es lo único que importa". Apretaste los puños y saliste presurosa por la puerta. Yo me quede corrigiendo mi ultimo relato.

Ahora que veo las fotos donde sonríes, hace mucho que no veía tus dientes, blancos como este salón donde espero mi turno; y leo que eres feliz, que has cumplido tu sueño. Y me viene a la cabeza tu voz pronunciando: "Quisiera poder leer tanto como tú y escribir maravillosamente como Rimbaud, y solo tenia 20 años". Y yo te abrazaba y te decía que la llegará el día, que la poesía se aparece cuando menos lo esperas. Como un vendaval de esos que desequilibran tu existencia. Y veo que has llegado al mundo que querías, rodeada de artistas y fotógrafos, gente de mundo que tanto admirabas y anhelabas como amigos.

Paso la pagina y veo una mesita de centro que pienso se vería bien en la casa, para que no se sienta tan vacía; porque ahora que has vuelto en esas fotos, y has recorrido tus pasos en los recuerdos que guardaba; yo también me he ido de aquí, un poquito hacia atrás, hacia el pasado, donde esa casa no era solo mía. Y se ha quedado vacía, sin mi, sin ti, sin los recuerdos de lo que alguna vez fuimos. Siguiente, grita la enfermera a todo pulmón, mientras me mira. Dejo la revista, con todas las añoranzas que has traído, sobre la mesa y camino en dirección al consultorio. Le pediré que me intervenga sin anestesia, a ver si el dolor me hace sentir un poquito vivo.

sábado, agosto 20, 2011

NeGaTiVos


Paso tantas horas frente a la computadora tratando de escribir un nuevo cuento para mantener a mi editor tranquilo, así pueda cobrar los derechos y ambos poder comer y comprar bebidas durante unos meses sin procurar buscar un trabajo a tiempo completo, esclavizante , o tener que dictar clases a niños bien en estas universidades descartables que se han puesto muy de moda últimamente. Pero no puedo.

Las revistas ahora ya no quieren más cuentos o novelas por avances, no es rentable dicen cuando les propongo volver a escribir esos relatitos de amor para quinceañeras vírgenes que distribuía a varias de las revistas de alcurnia. Es que la juventud de ahora ya no lee, me dicen de la manera mas amable que pueden. Es que las paginas que antes llenaban con mis letras ahora las llenan con fotografias de estas jóvenes ebrias o gritando desenfrenadas en alguna exclusiva fiesta.

El mundo cambió y no me di cuenta. Ha pasado mucho tiempo desde que decidí encerrarme y vivir de los derechos de algunas novelitas que publiqué y de estos cuentos que publicaba de vez en vez. El departamento cada vez huele un poco mas rancio, las ventanas se han oxidado con la humedad, la radio y el televisor me gritan canciones que te traen dibujada entera, de pies a cabeza.

Desde que te fuiste de este lugar, llevándote las cámaras al hombro, los lentes, los rollos y las tarjetas de esas nuevas cámaras digitales que nunca acabe de entender; decidí quedarme en este cuarto suspendido en el tiempo. Era como si fueras mi nexo con la realidad que avanzaba a paso veloz. Recuerdo que siempre venias de alguna nueva conferencia en la que habías aprendido a usar las herramientas digitales para editar fotos o alguna novedad tecnológica y me lo contabas con los ojos muy abiertos, la emoción se apoderaba de tu piel y las comparabas con las viejas herramientas, el cuarto oscuro y el negativo que te hacía perder la paciencia, pero que a mi tanto me gustaba. Adoraba tus manos oliendo a químico revelador, aunque a veces despintaran las puntas de las hojas de mis libros nuevos.

Creo que esta semana que viene tendré que ir a buscar algunas horas que dictar en la universidad y tendré que adaptarme a este mundo que avanzó dejándome atrás con mi poesías que ya no enamoran a nadie; con mis relatos y novelas de estilo antiguo; pues aferrarse al amor idílico es anticuado. Ese mundo que te arrastro con él e hizo que soltaras mi mano para seguir avanzando mientras te añoro desde este rancio lugar.



lunes, mayo 23, 2011

CaRa dE HueVon


Siempre fuiste un huevón; un looser como dirían tus amigos mas tarde. Desde pequeño llevaste ese estigma. Cuando en el colegio te gritaban tapón de piscina, gordo de mierda...”, te enojabas y perseguías a todos ellos por el salón, aunque sin poder atrapar a ninguno; se reían de ti y tú te enojabas mucho mas. Todos los días era lo mismo: te gritaban, luego te metían la regla al poto para cuestionar tu sexualidad y sentías entre rabia y placer, pero te volteabas y los perseguías, les atizabas puñetazos, pero ellos se reían más de ti.

Un día de esos te propusiste acabar con todo eso y que de una vez por todas te respetaran. Así que cuando tocó la campana del recreo te fuiste donde el conserje y te conseguiste una tabla que te tenía un clavo atravesado. Entraste al salón y te acercaste al negro Tito, que era el más jodido del salón; te paraste enfrente de él y le atizaste un golpe ante la mirada atónita de los demás. Escuchabas los alaridos del pobre negro y gozabas con ellos. En lugar de darte pena te alentaban a seguir dándole. Te expulsaron del colegio ese mismo día, con un papel que la psicóloga había escrito y firmado. “Conducta agresiva” decía el diagnostico. El negro Tito paso tres días en el hospital, le diagnosticaron traumatismo múltiple. Tenía los huesos del brazo partidos en mil.

Llegaste a la casa, te recibió la vieja con el almuerzo de siempre y le enseñaste la nota, ella no te dijo nada, pero se hecho a llorar en el baño; para que no te des cuenta, como lo haría años mas tarde, por tu culpa también. El viejo te agarro por el cuello, te molió a puñetes y te dio de patadas, que no te pudiste levantar en dos días; “todo se paga en esta vida, pensabas. Esos días te sirvieron para reflexionar y pensar en tu futuro. Así que le pediste a los viejos que te dieran otra oportunidad y te metieran a otro colegio; les explicaste lo que te hacían los otros chicos en el colegio anterior y el viejo comprendió, se sintió orgulloso de que su hijo no era un triste huevón, que no era un mariquita. Te perdonó todo y te pusieron en un nuevo colegio; esta vez era mixto, “para que conozcas hembritas”, decía el viejo y tú reías.

Llegaste con la fama de loco, por haber hecho lo que hiciste en el colegio anterior. Y las chicas te miraban raro. Los patas no se te acercaban. Los más bravos te respetaban. Pero seguías siendo un huevón. No te podías acercar a las mujeres porque les tenías miedo. ¿Te acuerdas cuando conociste a Karina?, esa blanquita no muy alta, que se le formaban chapas en las mejillas cuando se agitaba; esa que te robaba los sueños.

Un día te la presentaron, gracias al gordo Oscar, que era el único pata que habías hecho en el colegio. Era un buen tipo, tenía un año más que tú y siempre andaba con su skate. Le gustaba fumar ganya, pero no le entrabas a la nota. Ese día en el que te la presentaron, estaba de pie junto a sus amigas, en el patio del colegio, estudiando para un examen que tendría más tarde. La campana para el recreo había sonado hace cinco minutos. La viste y se te escarapeló el cuerpo. Se acercaron con el gordo. La saludó.

-Ella es Karina- Dijo el gordo

-Hola- se te oyó saludar con cierto temblor en la voz.

-Hola- Respondió ella, alzando la vista y dándote un beso en la mejilla; las chapas enrojecieron su rostro, ¡estaba nerviosa!, y te sentiste un ganador porque creíste que era una señal de que le gustabas.

No hablaron más, sólo se miraban y el gordo conversaba con otra chica. Ella no quitaba los ojos de su libro. no atinaste a decir nada más. La campana sonó, regresaron clases. Te sentiste aliviado. Nunca más volvieron a dirigirse la palabra. Así que decidiste escribirle cuentos y se los mandabas por medio del gordo, los que la hacían feliz. No te le acercabas. Soñabas con ella, te imaginabas caminando juntos cogido de su mano, haciendo las cosas que hacen los enamorados.

El día del aniversario del colegio fue fatal para ti. Estabas sentado observando un baile de marinera; el gordo se te acercó con cara de velorio y te dijo que Karina andaba con el flaco Lucho. La música dejó de sonar en tu cabeza y el mundo se paralizó, todo se hizo oscuro, te sentiste vacío. “Soy un huevón” pensaste y te diste cuenta que eso te perseguiría toda tu vida. Te fuiste del lugar. Llegaste a casa y te encerraste en tu cuarto a llorar como una niña. Te quedaste dormido. Sentiste que te habían ganado por dejado, sólo te quedaba el premio de consuelo, así que te fuiste a buscar a la negra Cecilia, esa que te mandaba cartitas de amor. “La negra no es fea”, pensabas “y tiene buen culo”. Tocaste la puerta de su casa, salió, le pediste que fuera tu enamorada, aceptó, la besaste y sentiste cosquillas porque llevaba algo crecido el bigote. Estuvieron unos tres meses juntos, hasta que la negra se percató que había sido el consuelo de tus días. Y allí nomás te terminó; lo aceptaste, te fuiste a tu casa, te encerraste en el cuarto y te corriste la paja. Te sentías relajado.

Cuando ingresaste a la universidad creíste que todo sería distinto, ya que nadie te conocía. Te juntaste con los más “bravos” del lugar y formaron la collera. Todos lo días era salir de juerga con El Chino, Pelo de Choclo, el Cholo Valle el negro Víctor y Alex el quemado, le decían y hacia honor al sobrenombre, porque se metía todo tipo de drogas. La última noticia que tuvieron de él fue que lo encontraron tirado en su cama totalmente rígido y balbuceando incoherencia. Dicen que se inyectó un analgésico para vacas.

Con tu amigos, los fines de semana bajaban a la planicie a buscar hembrasen las fiestas privadas que organizaban las chicas del Villa María; si no había suerte por esos lares, iban a barranco a ver si pescaban unas cuantas cholas; luego se reunían en la casa del Pelo de Choclo, sacaban el carro de su viejo y pasaban la tarde viendo al tronado de Alex.

En las fiestas del Villa María todos se ligaban a alguna chica de la fiesta, cumpliendo con el objetivo principal, pero tu seguías siendo un huevón, sobretodo con las chicas. Preferías quedarte en una esquina tomando cantidades industriales de cerveza, ya que eras demasiado cobarde para meterte unas rayas de coca como los demás de la collera. Te ponías muy ebrio y comenzabas a buscarle pelea a cualquiera, total, estaban los otros para defenderte, porque siempre perdías.

Los muchachos comenzaron a cuestionar tu virilidad porque nunca te agarrabas a nadie. “Puta compare todos le entramos a las flacas y tu nada. Estamos comenzando a creer que eres carbote decían y tú sólo sonreías, pero en tus adentros dudabas, creías en los comentarios de la gente, así que decidiste experimentar y te metiste con el cabro de la peluquería. Te gustó y la confusión fue mayor. Dejaste de parar con la pandilla, te compraste un vestido, te rasuraste las piernas y te fuiste a putear a la avenida Arequipa.

Los viejos no sabían de tu oficio, así que el día que llegaste a la casa todo pintarrajeado, con el vestido puesto y le dijiste que eras marica, tu mamá se encerró en el baño y se puso a llorar. El viejo te agarró a trompadas y te botó de la casa.

-Mi hijo ha muerto- dijo mientras te tiraba tus trapos por la cara.

Te mudaste a un departamento de dos por medio en el centro de Lima. Por la mañana dormías y eras todo un hombre. En la noche te colgabas el nombre de batalla y ganabas el pan con el dolor de tu frente.

-Lupe- decías cuando te preguntaban el nombre, te mordías los labios, cerrabas un ojo cuando preguntaban cuánto la cosa, -cincuenta soles la media hora- decías con sensualidad.

En el negocio se sacaba bien, no podías quejarte, pero todo cambió cuando te entró la ambición aquel día en el bar de “Doña Meche”, cuando conociste a ese caficho que te propuso el negocio de pepear a los que atendías, te dijo que sacarías el triple de lo que ganabas y así fue. Le entraste a la cosa. Les mezclabas diazepan con trago y se quedaban totalmente inconscientes, mientras les robabas todo lo que podías.

La cosa iba viento en popa, pero el día en que no tenías la dosis completa del calmante y le echaste la mitad al tipo con el que te ibas acostar, arriesgaste todo. No se durmió profundamente y justo cuando le robabas la billetera se despertó, sacó una pistola de quien sabe donde y te apuntó; forcejeaste con él y una bala se escapó y se le incrustó en el pecho, en tú descontrol, limpiaste la sangre del lugar y metiste al tipo en un saco. Te quedaste sentado sobre la cama contemplando el cadáver, hasta que el sueño te venció y te quedaste dormido sobre la cama. El balazo había puesto en alerta a los vecinos quienes pasaron la voz la policía, quienes llegaron al lugar, te esposaron y te llevaron. Una semana después te condenaron a tres años por asesinato culposo. Dijiste que fue un accidente.

En la cárcel la cosa no fue tan difícil, te hiciste la más puta entre las putas y te acostabas con los presos a cambio de favores personales o cigarrillos, nunca por plata. Juanito el Cara de Pista, era el más bravo de la prisión. Era el dueño decían. Lo buscaste. Al comienzo te dijo que no se acostaba con cabros, pero la angustia pudo más y días después te busco. Se hicieron grandes amigos, el te protegía a cambio de tus favores sexuales; creías que sentía cariño por ti, y tus sospechas se confirmaron el día en que saliste libre: Juanito te buscó, tuvieron sexo en tu celda como siempre; cuando terminaron y te vestías, te abrazó con fuerza y te regalo una medalla, para que te proteja, te dijo. La llevabas puesta todas partes y te sentías seguro con ella.

Una vez en la calle, pensaste que la cosa estaba fea en Lima y compraste un pasaje de ida a Francia, porque, decías, los cabros allá son respetados. Cuando llegaste creías que era el paraíso. Nadie te miraba feo o te gritaba cosas. Alquilaste un cuarto, en la zona más pobre de París; y regresaste a lo que mejor sabías hacer: putear. Decían que los cabros latinos ganaban bien. Lo confirmaste un mes después.

Te volviste popular en la zona. Un gordo colombiano que decía ser empresario era tu cliente más asiduo; te había prometido huir contigo cuando dejara a la esposa. Mientras tanto lo sangrabas, te compró un departamento con vista al mar y saliste del cuchitril en el que vivías. Te dio las joyas más caras, dinero para que dejaras “esa vida, pero a ti te gustaba ser puta.

La cosa no iba mal en ese país. “Ni cagando regreso a Lima”- pensabas, mientras mirabas la Torre Eifel.

******

Hoy me levanté con algo de resaca. La fiesta ayer estuvo buena, sobre todo porque me ligué a la alemana esa de intercambio. Me he sentado a la mesa a tomar un café, acompañándolo con unos panes duros. Al leer el periódico, en la segunda hoja, con letras grandes y en negrita, un titular decía:

Travesti peruano es encontrado muerto en vía pública

Se sospecha de grupos neo nazis

El artículo lo ilustra una foto de un travesti de más o menos un metro ochenta con un vestido rojo y la cara pintada. Tiene dos impactos de bala en el pecho y uno en la frente; miro el rostro, que a pesar de la sangre es inconfundible, es tu mismo rostro de huevón que te acompañó toda la vida, siempre lo llevaste como un cartel colgado al pecho. En el artículo dice que solo se sabe que le decían La Lupe.

“Pobre”, pienso mientras me rasco los testículos. Dejo el periódico sobre la mesa, prendo el televisor, están dando Beabis and Buthead. Me río del primer chiste sin sentido. “Ya escribiré algo más tarde” pienso, mientras me remuevo un poco de pan que se me ha quedado pegado en el paladar.

sábado, febrero 19, 2011

Todas vuelven




Todas vuelven

malditas, desesperadas,

infames

se paran frente a mi

y me clavan la mirada

como si con eso pudieran

penetrar mi pecho

y succionarme la vida.

Me dicen vociferando

“Ey muchacho

dame eso que te sale de las manos

que hiela los sentidos

que te parte el alma

en 666 pedazos

y luego los vuelve a unir.

Por eso vinimos

por esos Versos

en papel manteca,

por tu saliva,

por tus dedos húmedos

y grasientos

Tocándonos las nalgas”.

Hoy no

les digo

estoy algo borracho

y tengo un frasco de Valium

esperando en el baño.

Si para mañana estoy despierto

y lejos de una caja de madera

mal clavada

encerrada bajo tierra,

puede que les escriba un poema

y fumemos un cigarrillo,

desnudos,

sobre esta cama

después de hacer el amor

al mediodía.

miércoles, febrero 16, 2011

Oración


Como un gato asustado
me aferro a tu espalda.
La luna trujillana
se cuela por la ventana
de color irreconocible
y te da directo a los ojos
que se abren de par en par
para dejar entrar mis ilusiones.

Tus piernas de mármol perfecto
se muestran generosas
albergando
como a un desamparado
a mi cintura
que practica una danza
frenética
omnipotente.

Mi sexo se abre paso
entre el follaje color oro
que se levanta en tu pubis,
para llenarte el alma de futuros,
mientras mis labios aterrizan
en tu pezones color durazno
que son como imágenes divinas
esculpidas en loza fina

Y mientras la luna retira su mirada
de nuestra ventana
y nuestros cuerpos
retoman el reposo
de los domingos matutinos.
Mis labios van levantando una oración
a tu presencia en este cuarto
en esta vida
que se vuelve eterna
cuando llegas por las noches
envuelta en tu cabello
colgando una sonrisa
en mi mirada.

Y ruego porque esta carne
que es tan efímera
tan vana
te dure para siempre
a mi lado
y no se pudra antes de tiempo
y te eleves hacia el cielo
como María
porque eres milagrosa
y me salvas de la muerte
que me sonríe en el espejo
día a día.

lunes, octubre 18, 2010

BiTaCoRa 6


Y de repente un día sus llamadas dejaron de ser contestadas con ese "bienvenido, quedate la vida entera" para dar paso al gris hilo de voz que se colaba por los huequitos del teléfono hasta mis odios y me perforaba el alma.

Así, los días coloridos que alguna vez anhelamos construir y de los que comenzamos a levantar los cimientos, quedaron olvidados. Como esos edificios que se quedan en esqueleto, con el material expuesto, oxidado por el tiempo, que se frota las manos y sonríe satisfecho.

Ella se fue corriendo y mientras lo hacia, borraba sus pasos para no seguirlos.

Tal parece, este año no habrá verano nuevamente. Tendré que ir acostumbrando a mirar el gris por la ventana, todo el año.