Bueno el contendio de esto son mis desvarios, tropezones, alucinacion y (pocaS) cosas cuerdas que digo, esrcibo o pienso.

lunes, diciembre 12, 2005

AuToAyUdA pArA uN gIrAsOl

Para Ella, ¡si ¡ Ella


Él, por que para si mismo y para los que lo observaban no tenía nombre; vino desde lejos, trayendo consigo una gran cantidad de esperanzas en el bolsillo de su casaca. Entro al Bar. Se sentó en la mesa más oscura para pasar desapercibido. Es que ese gran bulto que formaba su mano sosteniendo lo que traía dentro del bolsillo de la casaca, hacían que los ojos de la gente , se volteen y lo sigan hasta donde fuera.

Alzo el brazo y dejo relucir el pequeño reloj de plástico que llevaba atrapando su muñeca. Le hizo una seña al mozo. Pidió una cerveza y se acomodo en su inflexible silla. Encendió un cigarrillo y expiro una bocanada grande de humo, la cual se confundió con las primeras tonadas que daba la banda de turno en el local. Se puso los anteojos oscuros y se concentro en su cerveza.

“I Can’t Get no satisfaction…"cantaba el líder la banda y se contorneaba imitando a Jagger, sin que nadie le preste atención. Él levantó la mirada para divertirse viendo lo ridículo que se veía el escuálido cantante y sus piruetas.

Ella, por casualidades de la vida, llego al bar. Encendió su mirada, portando un cigarrillo en la boca. Se paseo por toda la sala, atrayendo los ojos de los concurrentes hacia su cuerpo. Era la rutina de todas las noches.. Llegar al lugar , esperar que alguien le invite un trago y si había ganas , acabar la noche sobre alguna sabana alquilada de una habitación desconocida.

Ella, Él; pronombres de un mismo tiempo y persona, con géneros distintos pero complementarios, cruzaron las miradas y se quedaron impregnados uno de otro.

Él, irguió su lánguido y escuálido cuerpo, se acomodo el cabello amarillo como el sol de las playas donde recordó que iría con ella en su luna de miel, después de casarse; y avanzo a su encuentro. Se abrió paso entre las prostitutas de mala muerte que esperaban a algún incauto para encamarse y luego robarle el dinero; regresar al bar y volverlo a hacer. Se colocó a cinco pasos de ella. La miro fijamente. Ella trago saliva y sintió escalofríos en el cuerpo, sintió ganas de orinar y en su cerebro la imagen era blanca como la raya de cocaína que absorbía él de la mesa del costado.

El chico de cabellos rubios como el sol, le tomo la mano, que la tenia agarrada a la cintura; la llevo a un costado de la barra y le contó su vida. Ella emocionada le escribo su nombre y el número telefónico en una servilleta usada y lo incluyo en su vida.

Se prometieron amor eterno, una boda con padrinos y padres que tendrían que asumir los costos de grandes obsequios. Dos familias comprometidas e hijos que vendrían después y acabarían como ellos, o tal vez viviendo de prestado, escribiendo cuentos sin ningún atisbo de genialidad y vomitándose a si mismos la resaca de un vino que nadie quiso tomar.

La casa serìa gigante, ,como las que aparecen en las películas hollywoodenses donde nadie muere y todos son felices como mares.
Ella lo llevo a casa. Presento al padre a la madre y los hermanos. Todos asintieron con la sonrisa respectiva y la emoción en los labios. Sería el nuevo engreído de la casa.

Días iban y venían. Una película, una exposición de algún fotógrafo renombrado, poemas se escuchaban flotando en el aire, una cerveza, un baile, el planeamiento de la boda, un cuarto de hotel. Su ojos en un duelo inacabable. La mirada de sus cuerpos desnudos, descubriéndose, encontrándose.

Todos los días había algo que hacer y el mundo no existía, el era el universo y ella un inquilina que vivía a cómodas cuotas en ese lugar. Las guerras pasaban en un lugar paralelo. Felizmente el mundo queda tan lejos ,pensaban.

Los años pasaron y los recuerdos de un futuro juntos se iban haciendo cada vez mayores.

Cierto día, ella, despertó y no sintió el color amarillo de los cabellos de sol. Había desaparecido. Lo busco por todos lados y no lo encontraba, solo estaba en el recuerdo. Donde andas, gritaba y nadie respondía, solo el eco volátil de su memoria respondía. Lo buscó en las calles, gritando a viva voz, desgarrándose la garganta, dejándola en carne viva. Nadie le dio razón. Lo busco en la policía, en las distintas morgues y nunca lo encontró. Su cuerpo se había esfumado con el viento de la tarde.

Nunca dejo nada, ni una despedida, solo la promesa de volver en los sueños más profundos que, ella, pudiera tener. Y desde aquel día , la chica de la mirada encendida y el cigarrillo en la boca, vive encadenada a una cama, tomando grandes dosis de relajantes para poder conciliar el sueño y dejar que el recuerdo de un futuro juntos se llegue a concretar.