Bueno el contendio de esto son mis desvarios, tropezones, alucinacion y (pocaS) cosas cuerdas que digo, esrcibo o pienso.

jueves, octubre 29, 2009

La QuInTa PrImAvErA


El sol ha salido despues de un invierno muy cruel en Lima. La habitación tiene muestras de su paso. Las cortinas cerradas, los marcos de las ventanas podridos por la humedad filtrada y los vidrios empañados que ahora comienzan a despejarse.

Abro los ojos ante la iminente entrada de la luz a la pieza de piso de madera y techo alto, como para la estatura de un gigante. Siento como si hubiera dormido por meses, pero es apenas ayer que me tire sobre las sabanas sucias que cubren esta cama austera. Todo es silencio, solo un olor rancio se desplaza y extiende por el aire. Es jueves. El primer dia de primavera. Los pajaros parecen tener esa misma sensacion de haber estado invernando y trinan a una gran velocidad como si de un momento a otro recordaran que lo saben y deben hacer.

Es primavera y no quiero salir de la pieza. Trato de huir del sol colocando la fazada sobre mi cabeza, pero parece tener manos y la retira de mi rostro y llenan mis ojos con su luz.

Pongo los pies sobre el piso. Mis dedos se encuentran con el cuerpo frio de una botella vacía. Me abro camino entre ellas y me dirijo al lavatorio. Me mojo un poco los ojos, como si con eso pudiera disipar las culpas, el mal que han pasado por ellos durante cuarenta y cuatro años .

Hoy es el primer dia de primavera y un año mas desde que Maria Valeria se fue de mi vida. Detesto llevarle flores al cementerio. Es un acto inutil aferrarse a un montón de cemento levantado en su nombre. Prefiero recordar sus poemas. Su voz paseandose a lo largo de la casa preguntandome por las flores del jardin o alguna nueva revista que descubrio viniendo de la escuela de arte donde enseñaba.

Maria Valeria era de esas mujeres que uno mira fijo por dos minutos y la invita a pasar la vida entera con uno. Tenia lo ojos negros y profundos. Grandes como dos soles perdidos en el universo. El cabello lacio y extenso que parecía engullirle la espalda. La conocí en un cafe del centro. Ella llevaba puesto un enterizo azul electrico, que la hacia destacar entre todos esos cuerpos de ropas y miradas grises que la rodeaban. Sobre su mano llevaba un libro del cual solo alcance a leer el título "aguardiente", una colección de poetas latinoamericanos. Fue dificil abordarla. Tomé una mesa cercana a ella y la siguiente media hora bebí todo el café que habia dejado de beber desde la facultad de letras. La urgencía de ir al baño me hizo perderla. Ya que cuando sali del baño ella no estaba. Pagué la cuenta y corri a su encuentro, ella no estaba por ningun lado. La he perdido, pensé. Pero mi desesperanza se quebró cuando pude ver a lo lejos, en medio de la plaza de armas una luz azul que destellaba. Era ella. Corri a su encuentro. Atolondro le agarre las manos y me aferre a sus ojos. Ella desconcertada solo atino a mirar. ¿Quieres pasar la vida conmigo?, le dije. Ella sonrió.

Desde ese caminos juntos por las alamedas, los centros culturales, los cines y las conferencias que ella dictaba en las universidades. El los centros de artes. Asi se pasaron veinte años. y nuestros rostros se arrugaron y nuestras voces se hicieron mas roncas, pero no perdieron la alegria de tenernos. Para leernos poemas de Carver a la orilla del mar. Porque dejamos la ciudad. Dejamos nuestros trabajos. Nos hartamos de los demas. No queríamos compartirnos con nadie, ni un minuto perderse el uno al otro. Habiamos decidido no volver a trabajar.

Cierto día rompi mi promesa. Fui invitado a recibir un premio por un libro publicado hace tiempo atras. Era en medio de la celebracion de la llegada de la primavera. Maria Valeria me alentó a ir. Me negué, aduciendo que habiamos hecho una promesa. Ella insistio y al final terminé cediendo.

La ceremonia fue muy animada, me encontre con viejos amigos y colegas del medio. Revivi los tiempo de la academia, los dias de la facultad, la enseñanza, los cafes y la letras, el vino tinto. Que buenos tiempos. Pero todo, como el tiempo, se acaba.

Al regresar a casa el trafico estaba pesado. Me parecía extraño, ya que es una zona muy tranquila, diria hasta desertica. Habia una gran congestión. Pero logre sortearla, hast que cerca de casa, una barricada de policias no dejaba seguir adelante. Eso me sobresalto. Pense en Maria Valeria sola en casa. Que podria haber pasad. Uno de los oficiales se acerco a todos que los que estabamos inquitos esperando pasar al otro lado. Con un tono grave, el general confirmo nuestros peores pensamientos. Nos dijo que el mar se habia salido sepultando las casas. Nadie habia quedado vivo. Un silencio total. Los ojos dejaron de ver. El alma rota.

Desde aquel día decidi refugiarme en esta pieza. Escribo todo el día. Miro el techo. Acabo grandes cantidades de cigarrillos. Solo salgo para comprar agua, cuando los viveres escacen y como hoy, el primer dia de primavera. Me coloco el terno, la corbata y voy a la tumba donde se encuentra, siendo carcomida por los gusanos, Maria Valeria. Todos sus hermanos me siguen mirando con ojos inquisidores, me culpan de haberla dejado sola. De haber roto mi promesa y abandonarla a merced de las olas. Haberla convencido de refugiarse conmigo en esa ciudad desierta y vivir del amor. Pero yo se que Maria Valeria me perdona. Vendría a mi y me daría un beso en la frente diciendome: no es culpa tuya, las cosas pasan por que así debe ser. Y se iría sonriendo al jardín, sumergiendose en medio de ese imperio de flores que había construído. Yo se que me esperas al otro lado Maria Valeria. En ese lado que tratamos de descifrar como era, cuando aun estabas por acá y nunca pudimos. Pronto estaré por allá Maria Valeria, cuando el pulso no me falle al cortarme las venas o tenga el valor suficiente de acabarme el frasco de somniferos de una sola toma.

martes, junio 23, 2009

La DeSpeDiDa


Despues de desvelarme frente al televisor, dias enteros.Frente al cielo mudo y oscuro. Cosechando unas ojeras que ocultan mis rostro tras de ellas. Despues de haber dejado partir algunos meses de buena vida, esperando noticias tuyas desde que partiste a Nueva York. Y haber emboscado al cartero casi provocandole un infarto, mas de una vez; hoy me ha llegado una carta sellada con tu nombre. El cartero la ha dejado con suma precaución sobre el recibidor y ha tocado el timbre. Emprendiendo la huída antes de que tuviera oportunidad de interrogarlo. Lo he observado desde el sillón de la sala. La he tomado y colocado sobre el estante de los libros. No la he abierto de inmediato como en otros tiempos lo hubiera hecho con una carta de amor. La he dejado, cuidando no se despegue, lentamente sobre la pasta gruesa de "Crítica de la Razón Pura".

La miro de lejos como un boxeador tazando a su oponente. La rodeo sin quitarle la vista de encima. La dejo abandonada y me voy a preparar el café del almuerzo. Es que desde que te fuiste a dictar el curso de arte en el MOMA de Manhatan no he vuelto ha salir a comprar los viveres. Café y cigarrillos son mi alimento. Es que me resultaba sumamente doloroso caminar por la calles donde crecen los poncianos y que en el otoño dejan deslizar sus flores como dedos que te advierten de su presencia. Es que es sumamente triste dudar entre la leche sin lactosa o la normal sin tener al lado con quien discutir cual es la mejor. Y las cervezas también las he dejado, ya que no es arriesgado embriagarse si no estas para sujetarme la cabeza mientras vomito la vida.

He encendido la hornilla para hervir el agua. Trato de que la llegada de tu carta no me afecte. Pero la tengo dando vueltas en la cabeza. ¿Qué me diras en ella. Me contaras de nuevos compañeros en las noches gelidas? ¿Te burlarás de todos tus estudiantes snobs que invierten su dinero creyendo que así podrán obtener talento?

He dejado pasar ya varias horas después del café. Me he fumado casi diez cigarrillos y continuado leyendo a Benedetti. Ya no con la añoranza de tu cuerpo a mi lado o la esperanza vaga de que regreses y poder hacer el amor toda la noche despues del vino. Ahora lo leo perturbado. Sin prestarle atención a los versos. Siento los ojos de la carta. Desorbitados, locos; sobre mi hombro. Como un impertinente transeunte que desea saber que es lo que leo. Su mirada es cada vez mas insistente. No puedo continuar leyendo. Voy hacia ella. La tomo entre las manos. Quiero abrirla pero me detengo. No quiero destruir esta falsa história de reencuentro que tengo cosntruída. Es lo único que me ata a seguir viviendo. Dejo la carta sobre los libros.

Me he quedado mirando por la ventana casi cuatro horas. Y la carta sigue mirando. Es la única manifestación corporea tuya que me queda. Mi reflejo lo alcanzo a ver por la ventana. Tengo la barba crecida. El cabello alborotado y la ropa hecha andrajos. Si me vieras en este estado ya estarías sobre mi con tu voz tomando por asalto mis oídos, alentandome a tomar un baño. Es que desde que te fuiste deje de dictar clases en la universidad. Deje los cineclubs, las galerias de arte, los conciertos. Lleve una caja de carton a mi oficina y me traje los libros que adornaban mi estante. Y los he vuelto a leer. Ellos me acompañan. También te esperan. Sobre todo los de Onetti que tanto te gustaban. Algunos jueves me he tomado un café con Vallejo y los martes con Ribeyro. Asi vienen de vez en cuando a visitarme. Y recitan sus versos a voz en cuello llenando la casa de ellos.

Esta noche ha sido difícil con la carta vigilando la puerta del cuarto. La noche se ha hecho infinita. Me he despertado sobresaltado a mitad sudando frío. Y sentido los ojos de la carta detras de la puerta. Aunque en la mañana la he visto otra vez en el estante algo alborotada, como si hubiera salido a dar un paseo en un día lluvioso. No puedo seguir más con ella aquí. He decidido pedirle que se vaya. Ella ha aceptado de la mejor manera. Así que le he preparado un café. Hemos conversado sobre ti, sobre poesía, sobre algunas películas. Nos ha dado la tarde y me ha interrumpido pidiendo perdón. La he tomado entre los dedos como abrazandola y la he lanzado al fuego. Entre las llamas parecía sonreírme.

La casa se siente mucho más tranquila sin su mirada. Ahora podré retomar la lectura de la Razón Pura, para evitar extrañarte; mientras espero la llegada de otra carta que tenga tu nombre en el matasello.

sábado, marzo 07, 2009



Eres un imagen
que merece ser soñada
Un poema en la punta
de la lengua
La luna rompiendo
el cielo rojizo
de esta ciudad
VACIA

lunes, febrero 23, 2009

...Y LlEgO Un PoEmA


Desperté con un zumbido en la cabeza, que pensé era producido por la resaca de la noche anterior. "Que tal Juerga", pienso . El zumbido desaparece por un instante. Pero regresa. Es como un helicoptero paseando a lo largo del oído. Camino hacia la radio. Tal vez con algo de música logre apagarlo. Coloco un Long Play de lo Stones. Gimme Shelter en concierto se apropia de toda la casa. El zumbido sigue. Así que decido darme un baño. Una ducha fría. Derrepente solo sea cera acumulada.

El baño parece surtir efecto. El helicoptero ya no recorre mas el oído medio hacia el cerebro. El teléfono suena. Lo miro. No quiero contestar. Es una mañana tranquila. El teléfono sigue vociferando. Es un niño que desea ser atendido. Lo levanto, solo por que deje de sonar.


Hola.

¿Javier eres tú?

Gordo,Soy la unica persona en esta casa.

Te olvidaste que hoy teniamos las fotos con la banda

...Mierda. Salgo ahorita.


Tiro el teléfono. Me pongo lo primero que encuentro. Cogo la cámara y salgo corriendo. En la escalera me doy cuenta que olvide apagar a los Stones. Aún se escucha la voz de Mick Jagger por toda la escalera. No importa, ya se las arreglaran para seguir dando el concierto.

Corro hacia el paradero y tomo el primer micro que me lleve. La ansiedad me carcome. Día de mierda. Pienso. El micro va lleno. Recogiendo pasajeros en cada cuadra. Nunca voy a llegar.

Despues de casi una hora de viaje, llego al edificio de la sesion de fotos. La banda aun no se ha aparecido. Tengo un colchon de 15 minutos para armar las luces y todo lo que necesito. El gordo Andres, se acerca. Tiene la rabia impresa en el rostro. Camina con un celular en la mano. Va hablando con la banda, mientras recrimina mi desgano y falta de responsabilidad. No le tomo mayor importancia y me dedico a realizar mi trabajo.

Despues de mas de media hora de aguantar los sermones del gordo. Cruzan la puerta un grupo de niños. El mas grande tendra 16. "Trabajo de mierda" murmuro. Son un gurpo vestido con trajes negros y fuxias. Llevan los cabellos parados con gel. Y algo de color sobre ellos. Detras de los rockeros, entra un hombre mayor. Envuelto en un terno de 1000 soles. Tiene un parecido al que lidera la banda. El Gordo se aproxima al hombre. Este firma un contrato y le entrega dinero. "Creo que el gordo me estafa".

El Gordo es un amigo de infancia. Crecimos en el barrio, escuchando a los Rolling Stones y The Who. Los demas nos decían "los raros". Porque preferíamos encerrarnos en mi sotano a escuchar vinilos que correr tras una pelota en la calle y regresar con las rodillas raspadas. Crecimos en este ambiente. El Gordo era un tipo muy habil para las finanzas. Así que decidímos asociarnos y poner este estudio de fotos. Él lo administraría. Y yo me encargaría de tomar las fotos. Hemos tenido tiempos buenos y malos. Antes trabajábamos para músicos de repercusión nacional, literatos, portadas de discos, libros. Ahora el negocio ha bajado y decidimos "ampliarlo"; tomando fotos de matrimonios, recien graduados, banditas de niños con un papá suficientemente solvente como para pagarles la sesión.

La banda tiene una reunión grupal. Han hecho circulo a un costado del estudio. Aprovecho para ultimar detalles. El líder se me acerca por la espalda y me aborda. Los demas lo miran tímidos desde el rincón donde se han reunido. Me pide que por favor saque sus mejores ángulos. Le digo que no se preocupe que ese es mi trabajo. Me dice que tengan aspecto rudo, pero no tanto; ya que eso puede espantar a las chicas. Le sonrío haciendo un gran esfuerzo. Le digo que tome su posición. Cuando aprieto por primera vez el disparador, parece que la luz del flash desapareciera la timidez de todos. Saben que poses realizar. Que miradas dar.

Despues de 45 minutos de flashes y posiciones la sesión termina. Les muestro las fotos a los niños. Se entusiaman. Creen que con esas fotos alcanzarán reconocimiento internacional. Serán la versión de los Beatles de este siglo. Ilusos. Terminarán trabajando tras la ventanilla de un banco , en el mejor de los casos, tarareando alguna canción compuesta en esta epoca.

Guardo mi equipo. El Gordo se acerca y me pide disculpas por los gritos, pero me recalca que debo mejorar mi irresponsabilidad. Afirmo con la cabeza. No estoy de humor para responderle. Le digo que tengo que regresar a casa porque deje a los Stones cantando en mi sala. El gordo me da un adelanto de dinero. Con eso me alcanzara la semana. Me recalca que mañana tenemos sesión en la tarde. Afirmo y me despido haciendo un ademan con la mano. Gordo de mierda, metete tus sesiones donde puedas- pienso.

Voy caminando a casa. El sol quema demasiado. Así que decido sentarme en una de las bancas de la plaza que esta cerca al estudio. Es un lugar amplio. Niños corriendo. Ancianos dando de comer a las palomas. Hombres y mujeres caminando sin saber por que. Nada fuera de lo normal. Un típico día en esta ciudad que he comenzado a odiar.

El Zumbido ha vuelto. El helicoptero parece despegar en mi oído. Eso me tiene molesto. Trato de apargarlo con un dedo. Ando distraído en eso. Derrepente en uno de los forcejeos con mi anatomía; me percato de ella. Esta parada en una esquina que pasa desapercibida. Lleva un vestido negro con puntos blancos. Unos ojos grandes, llenos de sueños, transparentes. El cabello suelto. Largo. Azabache, como recibir la noche en la playa. Parece sacada de una fotografía de Annie Leibovitz. Es la mujer con la que me gustaría pasar el resto de mis dias. En la mano lleva un papel. Parece un poema escrito con delineador de ojos. Las letras han empezado a correrse por el calor.

Busco mi camara para capturarla. Es dificil poder cogerla con los nervios corriendo entre los dedos. La logro sacar y sin ninguna preparacion disparo. A lo que salga. Es mi percepcion o el disparo la hizo desaparecer. Ya no la veo más. Miro a todos lados y no la encuentro. La mujer de cuyo vientre saldrían mis hijos se ha desvanecido con el viento. La busco en el archivo de fotos tomadas. Y un rostro medio cubierto por el cabello, aparece. Es la única pista que tengo para encontrarla.

Llego a casa y enciendo la computadora como un loco. El zumbido sigue en el oido pero no me interesa. Subo la imagen y la examino. Veo cada cabello. Cada linea de sus ojos. Cada peca. Hasta casi memorizarme el rostro. Busco en la web. Per no hayo nada. Decido irme a dormir.

A mitad de la madrugada el zumbido se hacía insoportable. Decidí dejar de restarle importáncia y acudir al medico en la mañana. Eso me daría tiempo de llegar al estudio.

Tan luego abrí los ojos me puse lo primero que pude y fuí al medico. Tuve que esperar mi turno. Y entre el olor a desinfectante, las babas de un infante cargado en brazos a mi costado y el calor infernal de ese lugar. Se pasaron 60 minutos de mi vida. Contemplando la levedad de los seres que habitaban dicho hospital. Antes de entrar al consultorio el Gordo me llamo para recordarme la sesión de la tarde. Le dije que no se preocupara.

Entre al consultorio. Le conte al medico sobre el helicoptero en mis oídos y me revisó. Me dijo que no era una de esas naves, sino un simple malestar ocasionado por sabe que cosas y tenía que hacerme un lavado y todo estaría bien.

Salí del consultorio con el zumbido disminuido. Ademas de esperanza. Caminaba por el pasillo sin mayor prisa. Cargando la mochila con la camara en la espalda. Y derrepente lo inesperado sucedió. Algo rompió la tranquilidad. El curso normal y aletargado de estas tierras. Era ella. La misma del parque. La de la fotografía. No podía creerlo. La vida me daba una segunda oportunidad. Y no iba a perderla. Corrí para alcanzarla. Tuve que esquivar dos camillas y una enfermera mal humorada. Era su rostro. El cabello azabache que se confundía entre la masa enferma. No iba a dejar que se pierda. Tendría que pasar el resto de la vida conmigo. Así sería. Pese a quien le pese.

La seguí tras los pasillos, y en un momento la perdí. No podía creerlo. Donde se había metido. No era cierto. O es que acaso me estaba volviendo loco, siguiendo a una aparición o alguna invención de mi prolongada soledad. Y derrepente emergió de entre las sombras. Parecía que los rayos del sol la traían de la mano. Venía en dirección hacía mí. Los brazos comenzaron a temblarme al igual que los labios. Me coloqué delante de ella. Impidiéndole el paso. Ella me miraba extrañada. Con cierto susto. No le dije nada y saqué la camara de la mochila. Le mostré la foto. Ella reaccionó sorprendida. Solo atiene a decirle "Te casas conmigo". Ella sonrió, iluminando el pasillo. Y me dijó que estaba loco. Le dije que no. Que en verdad quería convertirla en mi esposa. Envecejer juntos. Escribir sobre nosotros. Me quedó mirando como si delirara. Le pedí una oportunidad. Solo una oportunidad para dejar conocerme. Me dijo que no era posible. Ya que en ese momento vivía con alguien. Le dijé, siguiendola por el pasillo, apurando el paso. Que solo me diera una oportunidad, para poder hablar, para mostrarle lo que soy.

La seguí hasta una cuadra antes de su casa. Mas por desprenderse de mí que por desearlo así, aceptó tomar un café. No te arrepentirás. Buscamos un sítio adecuado. Nos sentamos al fondo del lugar. Para que nadie nos viera. Pedimos dos capuchinos y el silencio se apoderó del lugar. Le comencé a contar como la había visto. La impresión que me había causado. Ella agradeció el halago. Tomando el capuchino a grandes sorbos. Luego le conte sobre mí. Sobre las fotos. Sobre los Rolling Stones. Le conté como había planeado nuestra vida. Como seríamos al envejecer. De la casa de campo donde nos mudaríamos. Con un jardín de grandes rosas rojas en la entrada y un campo de girasoles en el patio trasero. Ella tenía una sonrisa perpétua y me miraba fijamente. Derrepente dejó de tomar el capuchino de manera tan acelerada se daba el tiempo de escucharme. De imaginarnos juntos. Le cogí la mano. La sentí muy suave. La quiso retirar, pero cuando ya casi lo logra. La dejó debajo de la mía. Te veras hermosa cuando esa cabellera sea blanca. Te veras hermosa en las fotos que tomaré. Una cada día. Sonrió.

La tarde avanzaba y el gordo comenzó ha llamarme al celular. Conforme avanzaba la hora, las llamadas eran mas frecuentes. Le contesté. Le dije : Gordo renúncio y sin decir más le corté. La tarde era propicia para dar un paseo. El sol rojizo que habia comenzado a odiar, era el marco perfecto para nuestra caminata. Me contó sobre su vida. Como había conocido a Renzo, el tipo con el que vivía. Cuantos años tenían juntos. Él siempre viajaba por motivos de la empresa. Eso era bueno, ya que ella podria tomar clases de teatro y poesía, que tanto adoraba. Ademas de tocar a la guitarra. La animé a cantarme algunas canciones. Las estrellas comenzaron a salir. y me pidio irse. Habia sido un dia bonito para ella.

La acompañé hasta la esquina de su casa. Nunca me gustaron las despedidas. No quería separarme de ella nunca más. Me explicó que era dificil para ella poder verme. Me agradeció el haberla hecho soñar y me extendió la mano. Se la tome. La miré a los ojos y le propuse escaparnos. Me dijo que estaba loco. Escapemos. Dejemos cartas. Pero no direcciones ni pistas. Vámonos. Esta ciudad ya no nos soporta. Si tu eres mi sueño yo soy el tuyo. Y toque mis labios con los de ella. En un beso sublime. El mundo se paralizo. Eramos solo los dos. Como naufragos. Me abrazó. Me tomó de las manos y dijo: Vamos.

Fuímos a su casa. Sacamos algunas cosas. Dejó una nota sobre la mesa, explicando a Renzo el por que de su partida. Le deseó felicidad y agradeció los años vividos junto a él. Luego fuimos a mi casa por los discos de Rolling Stones y un poco de dinero. Guardé la llave del departamento en una bolsa y se la dejé al gordo, debajo de la puerta del estudio, junto a una nota de disculpas y explicandole que el departamento se lo debajaba por los daños y perjuicios.

La lluvia comenzo a caer. Corrímos de la mano calle abajo, rumbo al aeropuerto. La noté algo apenada. Indecisa. La abracé fuerte. Le besé la frente. Le dije que habíamos escogido el lado correcto. La felicidad. Ella sonrió. Y no basto más para saber que seríamos felices, que escribiríamos sobre nosotros para que sea leído por los amantes intensos.

Cogimos el primer vuelo a Cuba. El dinero que había guardado para armar el estudio propio, lo utilicé. Compramos los pasajes. Eramos los unicos en la sala. Ella sacó un cigarrillo y lo encendió. La espera era larga. Me dijo voy al baño y se paró. Me dejó esperando solo. Comenzaron a llamar a los pasajeros y ella no aparecía. Se había llevado la maleta. El llamado era cada vez más seguido. Y su figura no aparecía por la puerta. Una mas que me rompe el corazón pense. Salí en su busqueda. No estaba en el baño. No estaba en los pasillos. Me habia dejado. Con el alma hecha girones, caminé hacia la salida. La encontré. Estaba prendida de un teléfono. Lloraba a mares. Del otro lado estaba Renzo. Nos miramos fijamente. Le extendí el pasaje. El dinero te lo pueden devolver, le dije. Y me di media vuelta. Ella seguió llorando.

Avancé unos pasos. Con las lágrimas acostadas en la comisura de los ojos. Era la ilusión que había creado la falta de un cuerpo al que abrazarse. Al que escribirle. Era como todas las mujeres que me rompieron el corazón. Derrepente unos dedos delgados como ramas de rosas, se aferraron a mi cintura, difucultándome la respiración. Era ella. Besaba mi espalda con frenetismo. Quise dar la vuelta y ella me lo impidió. Vamos, me dijo. Y comenzamos a caminar hacia la ultima llamada para abordar el vuelo.

Volamos a cuba. Nos dedicamos a trabajar en el arte. Ella como profesora de actuación y guionista. Y yo, haciendo lo unico que sabía hacer. Crear ilusiones con la cámara fotográfica.

Han pasado mas 40 años desde aquella vez. El cabello de ella esta cubriendose de blanco. Y las 1000 fotos que le tomé, adornan la sala. Nuestro hijo mayor siempre viene a visitarnos y a llevarse unos cuantos girasoles del jardín trasero, para adornar su casa.

lunes, febrero 02, 2009

Hay pena, hay gritos, hay escupitajoz, hay bombas vomitivas, hay sangre, hay llantos,
hay madres, hay ojos, hay nada, hay todo, hay papeles, hay letras, hay tinta,hay balas, hay pistolas, hay diversion, hay silencio, hay odio, hay mugre, hay sexo, hay amor, hay ropa, hay senos, hay penes, hay dedos, hay abortos de cuentos,
hay mujeres, hay niños
hay television, hay volumen
hay autos, hay casas
hay depresion
hay cielo
hay pastillas
hay droga
hay cocaina
hay baños
hay no arte
hay inspiracion reprimida
hay muerte
hay muerte
hay muerte
hay
hay
ay!

miércoles, enero 28, 2009

He imaginado mi muerte tantas veces.

He tenido el dulce sabor del cianuro en los labios

Las vueltas de 100 valium en la cabeza

El final de un verso sin comienzo

Un grito enredado en mi pecho

Los complejo aferrados a la espalda

con uñas larguisimas

Una gran zanja en medio de la cabeza

Un llanto vomitando penas

diez copas de pisco

ahogando el regreso.