Bueno el contendio de esto son mis desvarios, tropezones, alucinacion y (pocaS) cosas cuerdas que digo, esrcibo o pienso.

jueves, julio 13, 2006

EsPeRaNzA (Su SeGuNdO NOMBRE)

Llego ella, con sus cabellos formando una onda sobre la cabeza; con el acento extranjero, con el sol en los ojos, la vida en la piel y esas alas enormes ,llenas de la imaginaciòn que le sobra para crear lugares y situación que rompen el tiempo , el espacio y cualquier recurso previsto por los críticos y teóricos de la literatura.

Llego de un espacio donde lo sideral no exista , ya que ella lo era todo. Se coloco frente a mis ojos, que a duras penas podían distinguir su figura perfecta. Revolvio toda la habitación, mis sueños; las dudas, las saco del cajón y las tiro al basurero; los miedo, los corto en pedacitos; los sueños, los hizo suyos, le inyecto algo de esas alas que resplandecen tras su espalda.

Me tomo de la mano, me llevo a su mundo. Me sentí seguro. Yo era parte de ese lugar, un decorado mas, una pieza que encaja en ese complejo rompecabezas. Escuche muchas cosas , Mozart, Delgadillo, Silvio ; vi muchos Dalis deambulando por el cielo de colores rojizos cubierto por diamantes. Ella era una ave que alegraba aquel lugar.

Me envolvió en sus brazos. Hoy, me deberías tener miedo, me dijo.

Esa frase me saco del momento, me sorprendió. ¿Por que habría de tenerlo miedo a una mujer de alas enormes que me mostró todo aquello?¿Es acaso tenia algo que no me había dicho? Pues luego me di cuenta. Cuando me devolvió a la habitación y con un beso y un abrazo , algo debilitado, por la fuerza de la despedida; me dijo adiós y salio volando por la ventana , como acostumbraba todas las noche.

Tenia la capacidad de lacerarte el corazón, de hacerte vivir en angustia por esperar volver a verla.

Hoy que pienso en ella ,mirando la tarde, tratando de divisar esos diamantes, en el cielo , ese cabello ondeado, y esa esperanza de vivir con ella, de tener hijos que crezcan con alitas y den saltos por la casa, mientras que yo sentado en una silla rustica contemplo el horizonte, dandome un descanso del libro de Coetzee que llevo en las manos.